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Within the Ronay family, originally from Budapest, several members were recognized as the preferred jewelers of Emperor Franz Joseph's court, the head of the Austro-Hungarian Empire until World War I. Frank Ronay, one of the members born in 1887, emigrated to Mexico in 1923 and founded the "First National Jewelry Factory, S.A," which was the first professional jewelry factory in the Republic of Mexico officially recognized by the government.
His extensive knowledge of gemstones and high-quality manufacturing techniques earned him the prestige to attract clients from high social circles, as well as patriarchs of the Catholic Church in Mexico. Thanks to this track record and well-deserved trust, in 1945, Don Frank Ronay was granted the privilege of designing and creating the crown for the Virgin of Guadalupe to commemorate the fiftieth anniversary of her coronation in 1895.
On December 12, 1945, the Mexican episcopate and clergy, on behalf of the Catholic people of Mexico, offered this crown to the Blessed Virgin of Guadalupe. It is a true work of art. Its creation involved 18 skilled Mexican technicians and craftsmen, under the direction of the diamond expert Don Frank Ronay. This meritorious work, which began on March 5, 1945, took six months to complete, and the crown was delivered on September 5 of the same year.
The crown is in the Louis XV style and was crafted from fire-gilded silver with 24-carat gold; the ribs and moldings are also fire-gilded. It features branches that form bouquets in the spaces left by the imperial arches, with all the roses made of gold to provide contrast. At the center of the arches, among golden ornaments, are placed the crests of the eight Mexican archdioceses, with the names of the suffragan dioceses, in colored enamel. The height up to the cross, which sits atop a globe representing the world, measures 57 centimeters; its diameter is 45 centimeters, and it weighs 14.5 kilograms.
The imperial arch corresponding to the Archdiocese of Mexico, in addition to its crest, features twelve rubies and a hanging natural pearl; the other imperial arches of the Archdioceses, alternating, besides twelve rubies, each display a rosette of diamonds with a pearl in the center, also hanging. The eight fleurs-de-lis each have 41 diamonds, plus two rubies, two emeralds, and a diamond. The lower belt features four richly jeweled bands in Mexican national colors: emeralds, pearls, diamonds, and rubies in profusion. The upper band has 10 emeralds, 19 pearls, and 10 diamonds, with an emerald in the center, three more rosettes with 32 diamonds and a pearl in the center of each, and two more rosettes with 22 diamonds and sapphires in total.
The lower band is adorned with 53 pearls, 10 rubies, and 10 emeralds.
The most exquisite and beautiful element is the emerald cross that complements the diamonds and brilliant-cut stones. It has 56 diamonds of 0.5 carats, four emeralds of 3 carats, and a 2.63-carat diamond. The base of the cross features a circle of jewels, including another 2.65-carat diamond and 12 rubies; there is another band at the base of the sphere with a French platinum ring, with baguette-cut diamonds totaling 5 carats, 18 pearls, 3 emeralds, and rubies.
The precious stones and metals used in the crown were generously contributed by numerous men and women from the people of Mexico.
To commemorate the coronations of 1895 and 1945 of the Virgin of Guadalupe as Queen of the Americas, the renowned jeweler Frank Ronay, grandson and namesake of the designer and maker of the original 1945 crown, and honoring over 100 years of family tradition in the craft of jewelry, has taken the initiative to create a medallion that marks these significant dates.
With great dedication, Frank Ronay has designed a cameo made from natural agate, depicting the image of the Virgin of Guadalupe surrounded by a halo of flowers.
The result of these creative efforts is a beautiful necklace made of 925 silver with an 18-karat gold plating that, when exposed to direct light, reflects Our Lady of Guadalupe crowned.
This piece is the culmination of five generations of the Ronay family's artistry in jewelry, aiming to remember and celebrate the historic moment of the Virgin's coronation in 1945.
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Dentro de la familia Ronay, originaria de Budapest, varios integrantes eran reconocidos como los joyeros preferidos de la corte del Emperador Francisco José, cabeza del imperio Austro-Húngaro hasta la Primera Guerra Mundial.Frank Ronay uno de los miembros nacido en 1887, emigra a México en 1923 y crea la “Primera Fábrica Nacional de Alhajas, S.A”, la cual fue la primera fábrica joyera profesional en la República Mexicana reconocida oficialmente por el gobierno.
Su gran conocimiento en gemas y técnicas de fabricación de gran calidad le da el prestigio necesario para contar con clientes de las altas esferas sociales, así como patriarcas de la iglesia católica en México.Gracias a esta trayectoria y merecida confianza, en 1945 le otorgan a Don Frank Ronay el privilegio de diseñar y fabricar la corona de la Virgen de Guadalupe para conmemorar el cincuentenario de su coronación de 1895.
El episcopado y clero mexicanos en nombre del pueblo católico de México, ofrendada a la Virgen Santísima de Guadalupe el día 12 de diciembre de 1945, es una verdadera obra de arte.En su confección intervinieron 18 técnicos artistas y obreros mexicanos, bajo la dirección del diamantista Don Frank Ronay. Se emplearon seis meses en esta meritoria labor que inició el 5 de marzo de 1945. La corona fue entregada el día 5 de septiembre de ese mismo año.
La Corona es de estilo Luis XV y fue fabricada en plata dorada a fuego con oro de 24 quilates; las nervaduras molduras son también doradas a fuego; lleva ramajes que forman ramos entre los huecos que dejan las imperiales, siendo de oro todas las rosas para ofrecer contrastes; al centro de las imperiales van colocados, entre adornos dorados, los escudos de las ocho arquidiócesis mexicanas, con los nombres de las diócesis sufragáneas, en esmalte de colores. La altura hasta la cruz, colocada sobre una esfera que representa al mundo, mide 57 centímetros; su diámetro es de 45 centímetros y su peso es de 14.5 kilogramos.
La imperial correspondiente a la Arquidiócesis de México, además de su escudo, lleva doce rubíes y una perla natural colgante; las demás imperiales de las Arquidiócesis, alternadamente, además de doce rubíes ostentan cada una, una roseta de brillantes con una perla al centro, también colgante. Las ocho flores de lis, tienen 41 diamantes cada una, además de dos rubíes, dos esmeraldas y un brillante. El cinturón inferior, cuatro cinchos de pedrería riquísima con los colores nacionales mexicanos, esmeraldas, perlas, brillantes y rubíes en profusión. El cincho superior, 10 esmeraldas, 19 perlas y 10 brillantes, una esmeralda al centro, tres rosetas más con 32 brillantes y una perla al centro tres rosetas más con 32 brillantes y una perla al centro cada una, y dos rosetas más con 22 brillantes y zafiros en total.
El cincho inferior va adornado con 53 perlas, 10 rubíes y 10 esmeraldas.
Lo más rico y bello es la cruz de esmeraldas que hacen juego con los diamantes y brillantes. Lleva 56 diamantes de 5/10; cuatro esmeraldas de 3 quilates y un brillante de 2.63 quilates. La base de la cruz lleva un círculo de joyas en que se destacan otro brillante de 2.65 quilates y 12 rubíes; hay otro cincho en la base de la esfera con un anillo francés en platino, con brillantes corte “baguette” con un peso total de 5 quilates, 18 perlas, 3 esmeraldas y rubíes.
La pedrería valiosísima, y los metales que se emplearon en la corona, fueron aportados generosamente por numerosas damas y caballeros del pueblo de México.
Con el fin de conmemorar las coronaciones de 1895 y de 1945 a la Virgen de Guadalupe como Reina de las Américas, el reconocido joyero Frank Ronay, nieto y homónimo del diseñador y fabricante de la corona original de 1945 y haciendo honor a más de 100 años de tradición familiar en el oficio de la joyería, ha tomado la iniciativa de crear una medalla que recuerde las fechas mencionadas.
Con muchísima dedicación, Frank Ronay ha diseñado un camafeo hecho de ágata natural, reproduciendo la imagen de la Virgen de Guadalupe rodeada de un halo de flores.
El resultado de estos esfuerzos creativos es un hermoso collar de plata 925 con baño de oro de 18 quilates que, al ser expuesto a la luz directa, refleja a Nuestra Señora de Guadalupe coronada.
Esta pieza en el resultado de cinco generaciones de la familia Ronay en el arte de la joyería y busca recordar y celebrar el momento histórico de la coronación de la Virgen de 1945.