Mensaje Guadalupano
The Guadalupan message originates from a miraculous image that became the fundamental basis of the earthly and celestial bond. It all began when Juan Diego, a poor indigenous man, was walking up the hill of Tepeyac on his way to mass and suddenly saw the apparition of the Virgin. The Virgin of Guadalupe appeared to him, and from her radiance, she asked Juan Diego to intercede on her behalf with the Archbishop of Mexico. The Virgin expressed her wish for a sanctuary to be built in her honor. Between December 9 and 12, 1531, these encounters proved to be miraculous, and before Archbishop Juan de Zumárraga, Juan Diego unfolded his tilma, carrying the flowers as a gift from the Virgin, revealing before their eyes the splendid image of Our Lady.
As a symbol of purity and perfection, the Virgin of Guadalupe demonstrates the syncretism and integration of different social strata in America; the Creole and the indigenous coexist in a religious mestizaje. Tonantzin, Guadalupe, our grandmother, our mother.
It is likely that the construction of a simple hermitage took place the same year as the apparitions, that is, in 1531. Over the years, various constructions were dedicated to the worship of the Virgin, including the so-called Artesonada in 1556, built by the architect Alonso Arias in 1622, the Collegiate Church (the old basilica) completed in 1709 in the Baroque style, culminating in the impressive new basilica (1974-76).
The image of the Virgin of Guadalupe, standing upon the moon, is surrounded by a radiant halo. As the Queen of Heaven, she wears a crown of 12 shining stars on her head, illuminating Mexico and the world.
The crown of the Virgin gained significance thanks to the papal bull issued in 1895 by Pope Leo XIII, granting permission for her canonical coronation, reaffirming her position as Queen of the Americas. There are several crowns donated to the Virgin, including one given by the historian and collector Lorenzo Boturini in the 17th century.
In 1945, in commemoration of the fiftieth anniversary of this important event, the jeweler Frank Ronay was commissioned to create a crown worthy of the Virgin of Guadalupe.
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El mensaje guadalupano tiene su origen en una imagen prodigiosa que se convirtió en basefundamental del vínculo terrenal y celeste. Todo empezó cuando Juan Diego, un indígena pobre, circulaba por el cerro del Tepeyac en camino a misa y de pronto vislumbró la aparición de la Virgen. La Virgen de Guadalupe se le aparece y desde su resplandor le pide a Juan Diego que interceda por ella ante el arzobispo de México. La Virgen le dice que quisiera un santuario dedicado en su honor. Entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 estos encuentros resultan milagrosos y ante el arzobispo Juan de Zumárraga, Juan Diego despliega su tilma llevando las flores como obsequio de la Virgen y aparece ante sus ojos la imagen esplendorosa de Nuestra Señora.
Como símbolo de pureza y perfección, la Virgen de Guadalupe muestra el sincretismo e integración de los distintos estratos sociales en América; el criollo y el indígena conviven en un mestizaje religioso. Tonatzin, Guadalupe, nuestra abuela, nuestra madre.
La construcción de una sencilla ermita es probable que haya sucedido el mismo año de las apariciones, es decir, en 1531. Con el paso de los años se realizaron distintas construcciones dedicadas al culto de la Virgen, incluyendo la llamada Artesonada en 1556, construida por el arquitecto Alonso Arias en 1622, La Colegiata (la antigua basílica) terminada en 1709 con estilo barroco, para culminar en la impresionante nueva basílica (1974-76).
La imagen de la Virgen de Guadalupe, posada sobre la luna, está rodeada de un halo resplandeciente. Como reina del cielo lleva una corona de 12 estrellas radiantes sobre su cabeza, iluminando a México y al Mundo.
La corona de la Virgen adquiere importancia gracias a la bula papal que en 1895 promulga el Papa León XIII, donde otorga el permiso para su coronación canóniga reiterando su posición de Reina de las Américas. Existen varias coronas donadas a la virgen, incluyendo la que el historiador y coleccionista Lorenzo Boturini otorga en el Siglo XVII.
En 1945 en conmemoración del cincuentenario de este importante acontecimiento se le encarga al joyero Frank Ronay la creación de una corona digna de la Virgen de Guadalupe.